
En medio de luces rojizas, dos figuras se deslizan por el salón de parquet. Ella, hembra, mina de vestido ceñido y con un abismo en la pierna, tajo desnudo que incita la mirada hombruna y el hambre desde adentro... mientras sus ojos oscuros, piedras de azabache, posesión entre las chispas, no abandonan la figura del macho que se acerca y con el brazo sólido aprisiona la cintura, bahía que desemboca en los senos abiertos... El macho engominado, feudo del cuerpo que se contonea rígido, duro, en espera, se deja estremecer en el dos por cuatro por esa pierna que lame sus muslos y se enrosca como una serpiente con tacones de aguja finos, punzando al deslizarse el proyecto de ansia... Dos figuras en la nada flotan hirviendo... fluidos que se esparcen en la atmósfera de la tarde cansina. Con pasos cortos, el macho, el guapo del arrabal perdido por San Telmo, clava los ojos en ella, sin cerrarlos... no puede. Se he perdido en la simbiosis de satén negro, las manos que no abandonan la cintura, rastrean con el pensamiento la piel caliente y el deseo de penetrar más allá de la danza. Danza de pasión sumisa a los sentidos.
http://dondeseposaelsol.blogspot.com/2008/03/tango-dos-por-cuatro.html
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